• Los niveles del PIB per cápita de México son aún los más bajos de la OCDE, lo cual refleja las bajas tasas de crecimiento derivadas sobre todo del deficiente desempeño en términos de productividad laboral. Para lograr la convergencia hacia una mejor calidad de vida y mayor bienestar, es necesario que México instaure reformas estructurales en materia de políticas públicas que puedan generar un crecimiento sólido, sostenible e incluyente. Por consiguiente, en este capítulo se abordan políticas que impulsen la productividad y reduzcan la desigualdad para así ofrecer prosperidad para todos los mexicanos.Reducir la elevada informalidad es un área prioritaria y requerirá acciones coordinadas en relación con las regulaciones fiscales, empresariales y laborales, así como en la red de seguridad social, con el fin de armonizar más los incentivos para la formalización y para dirigir los recursos hacia empresas (formales) más productivas. Optimizar los resultados en el área educativa sentará las bases para tener empleos formales de calidad, así como actividades de producción y exportación de un mayor valor agregado. Si bien se ha mejorado en cuanto al acceso a la educación, se requiere redoblar esfuerzos para elevar la calidad, en especial en la atención educativa a la primera infancia (AEPI), reasignar los recursos a los niveles educativos más bajos y dar prioridad a escuelas en zonas en condición de pobreza y a estudiantes de entornos desfavorecidos. Mejorar la planificación urbana y el transporte ayudaría a elevar el potencial de productividad de las ciudades del país y a mejorar los resultados relativos al medio ambiente. Crear mecanismos conjuntos de gobierno metropolitano para prestar servicios públicos integrados incrementaría también la eficacia del gasto público y fomentaría el bienestar de los ciudadanos.Las habilidades de las mujeres son aún una fuente de potencial desaprovechado para elevar el crecimiento y la inclusión, y reducir la pobreza. Las desigualdades inician en una etapa temprana, ya que el alto porcentaje de mujeres jóvenes que no estudian, ni trabajan, ni están en formación (NiNi), les impide acceder a empleos formales de buena calidad más adelante. Es recomendable que las políticas actuales orientadas a bajar el elevado porcentaje de NiNi se centren en las mujeres. Aumentar la oferta de atención educativa a la primera infancia incrementaría la participación de las mujeres en el mercado laboral y a la vez mejoraría el rendimiento educativo.