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  • La crisis financiera de 2008 y la pandemia de COVID-19 han puesto en manifiesto la interdependencia y la complejidad del mundo actual. Abordar ambas crisis requirió esfuerzos de cooperación multilateral sin precedentes. De manera similar, muchos de los desafíos que enfrentamos, el cambio climático y la biodiversidad, la contaminación transfronteriza, la evasión y elusión fiscal, la digitalización, la inestabilidad del mercado financiero o los flujos migratorios, no pueden ser abordados individualmente por los gobiernos. Estos desafíos y muchos otros solo pueden abordarse de manera eficaz con la cooperación regulatoria internacional en todos los temas relevantes de política pública. Aun así, continuamos siendo testigos de cómo los marcos institucionales y procesos regulatorios tradicionales, están sujetos a los límites jurisdiccionales, y por tanto, no logran reconocer la dimensión global de los problemas que enfrentan.

  • Este informe es parte de la serie de “principios de buenas prácticas” elaborados bajo el auspicio del Comité de Política Regulatoria de la OCDE.

  • Los rápidos flujos transfronterizos de bienes y servicios, potenciados por la desmaterialización provocada por la digitalización, están poniendo a prueba la eficacia y la capacidad de los marcos regulatorios nacionales. Al mismo tiempo, la creciente interdependencia económica también puede haber hecho al mundo más vulnerable a amenazas comunes, particularmente visibles en tiempos de crisis global. El cambio climático, las inestabilidades de los mercados financieros, la evasión y elusión fiscal y, más recientemente, la pandemia COVID-19 son solo algunos ejemplos de desafíos globales complejos cuya gestión pública reveló deficiencias en la coordinación internacional de la regulación. Son un claro recordatorio de la interconexión de los países y la importancia de la cooperación en leyes y reglamentos para mejorar la resiliencia de los marcos regulatorios frente a las disrupciones globales o regionales.

  • La Cooperación Regulatoria Internacional (CRI) consiste en promover la interoperabilidad de los marcos legales y regulatorios. Las crisis mundiales nos recuerdan con claridad la importancia de contar con sistemas eficaces de CRI. La crisis financiera de 2008 reveló algunas de las deficiencias en la coordinación internacional de la regulación financiera y sus consecuencias para la estabilidad financiera mundial. Tras ella surgieron diferentes iniciativas de CRI, por ejemplo, en lo que respecta a la regulación y supervisión prudencial de los bancos a nivel mundial (OECD, 2013[1]) o el Marco de Políticas de la OCDE para una Regulación Financiera Eficaz y Eficiente, que fue especialmente importante para ayudar a la convergencia regulatoria en la era posterior a la Crisis Financiera Mundial (OECD, 2010[2]). Más recientemente, la crisis del COVID-19 ha reforzado la importancia de la CRI como elemento fundamental de la política regulatoria. Ha ilustrado la necesidad de una mayor coordinación de las leyes y los reglamentos para apoyar la disponibilidad transfronteriza de bienes de primera necesidad, como los suministros médicos y alimentarios, para promover el intercambio de trabajo, el aprendizaje mutuo y la centralización de los recursos entre los gobiernos para adaptar sus respuestas a la crisis y para mejorar la resiliencia de los marcos regulatorios frente a las perturbaciones.

  • La cooperación regulatoria internacional es un pilar clave de la política regulatoria en un mundo interconectado. Sin embargo, su alcance y potencial a menudo siguen siendo desconocidos para los legisladores y reguladores. Este capítulo tiene como objetivo familiarizar al lector con la CRI. El capítulo explica por qué el Comité de Política Regulatoria de la OCDE considera esencial mejorar la calidad de la reglamentación y describe la gama de mecanismos disponibles para aprovechar el IRC.

  • Este capítulo establece los Principios de Buenas Prácticas de Cooperación Regulatoria Internacional, lo que ayuda a orientar a los reguladores y responsables de las políticas públicas a hacer un uso sistemático de la cooperación regulatoria internacional. Están organizados en torno a tres bloques de construcción: Establecer la estrategia de la CRI y su gobernanza, incorporar la CRI en toda la reglamentación nacional y cooperar internacionalmente (bilateral, plurilateral y multilateralmente). En última instancia, estos principios ayudarán a los gobiernos a operar un cambio de paradigma para adaptar las leyes y regulaciones a un mundo interconectado.