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  • El concepto de un Sistema Seguro, en el contexto de la seguridad vial, se origina en Suecia y los Países Bajos en las décadas de 1980 y 1990. En aquel entonces, científicos y autoridades responsables de la formulación de políticas comenzaron a cuestionar el punto de vista prevaleciente de que la seguridad de los usuarios de la vía pública era, en última instancia, responsabilidad de estos últimos y que la tarea de la política de seguridad vial era entonces fundamentalmente influir en el comportamiento de los usuarios de la vía pública de manera que estos actúen de manera segura en todo momento. A medida que las disminuciones sobre varias décadas en el número de víctimas fatales y heridos graves en accidentes de tránsito se nivelaban, quedó claro que una focalización predominante en la educación, la información, la regulación y la aplicación de la ley ya no estaba produciendo avances. Era necesario un replanteamiento.

  • Según la Organización Mundial de la Salud, cada año alrededor de 1,25 millones de personas pierden la vida en accidentes de tránsito en el mundo. Entre 20 y 50 millones de personas resultan gravemente heridas. En todas partes las muertes y lesiones ocasionadas por accidentes de tránsito tienen efectos devastadores para las familias. Provocan enormes pérdidas, estimadas en alrededor de un 2 a 5% del Producto Interno Bruto de los países. Claramente, esos niveles de muertes y lesiones graves son inaceptables, tanto desde el punto de vista del sufrimiento humano como en términos de los costos sociales y económicos, y no son sostenibles.

  • Cada año alrededor de 1,25 millones de personas pierden la vida y 50 millones resultan lesionadas en accidentes de tránsito en todo el mundo. Se espera que en poco más de una década el parque automotriz mundial se duplique, por lo que se prevé que los traumatismos causados por el tránsito se conviertan en la séptima causa de muerte de aquí al 2030. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ahora comprometen a la comunidad internacional a reducir a la mitad las muertes y lesiones causadas por accidentes en la vía pública de aquí al 2020. Para lograr esta ambiciosa meta, los países de todo el mundo tienen que reevaluar sus estrategias de seguridad vial. El Sistema Seguro ofrece un enfoque nuevo. Aplicado de manera pionera por países como Suecia y los Países Bajos, su punto de partida es la máxima ética de que las muertes y lesiones graves por causa del tránsito son en sí inaceptables y que los usuarios de las vías de tránsito tienen derecho a esperar estar a salvo en ellas.

  • El enfoque tradicional de la seguridad vial acepta sacrificar movilidad por pérdida de vidas humanas. La razón principal de los accidentes de tránsito es vista como un comportamiento humano “equivocado”, y la política apunta a influir en el comportamiento de los usuarios de la vía pública hacia el cumplimiento pleno de las normas y exigencias. Un Sistema Seguro reconoce que los seres humanos cometerán errores y que el cuerpo humano tiene un límite hasta el cual es capaz de absorber las fuerzas de impacto sin sufrir lesiones. Postula que la seguridad es una responsabilidad compartida de todos los actores de un sistema de tránsito, no sólo del usuario de la vía de tránsito. Por lo tanto, todos los elementos del sistema de tránsito vial debieran reunirse en una cadena de seguridad integrada, donde los elementos se conjuguen para impedir que ocurra un accidente o, al menos, impedir que se produzca una lesión grave, aun cuando uno o más elementos fallen.

  • Un cambio de paradigma en la manera como es visto el problema de la seguridad vial y como se da respuesta a este requiere ante todo un liderazgo que inicie un cambio de mentalidad y guíe a los actores interesados en el viaje hacia un Sistema Seguro. También requerirá un sentido de urgencia para impulsar este cambio y crear conciencia, entre todos los afectados, de que un Sistema Seguro es el mejor enfoque para mejorar la seguridad vial.

  • El pensamiento de un Sistema Seguro debe estar integrado en una forma de trabajar sistemática y sostenida. Requiere una reorientación de la gestión de arriba hacia abajo a un enfoque de abajo hacia arriba, con estructuras de gobernanza y gestión centradas en los resultados mediante la fijación de objetivos, en lugar de la prescripción de métodos. La gestión de Sistema Seguro actúa como facilitador en una amplia coalición de actores interesados que comparten la responsabilidad de mejorar la seguridad de las vías de tránsito de tal manera que se refuercen entre sí y un proceso de continua mejora. Se basa en datos y en pruebas objetivas para fijar las metas, realizar el seguimiento de los avances y adaptar las medidas en consulta con los actores interesados.

  • Los accidentes viales son producto de fallas del sistema vial. Los Sistemas Seguros tienen por objeto limitar proactivamente las fallas sistémicas o mantener sus efectos por debajo de los umbrales que causan daño grave a los seres humanos cuando ocurre un accidente. Los elementos básicos de un Sistema Seguro incluyen vehículos seguros, vías y bordes de las vías seguros, usuarios viales seguros, velocidades seguras y una respuesta efectiva a los accidentes. Este capítulo abarca una serie de políticas, medidas y herramientas disponibles en estas áreas con miras a construir un Sistema Seguro y proporcionar diversos casos de estudio de países líderes en la materia.

  • Las ciudades constituyen, a la vez, un desafío apremiante para la movilidad sostenible y una gran oportunidad para crear un Sistema Seguro de tránsito vial. Las principales ciudades del mundo ya se están convirtiendo en laboratorios del Sistema Seguro, probando la viabilidad de diseñar, comunicar, gestionar y vivir el enfoque de Sistema Seguro en comunidades complejas. Con la continua urbanización en los países de ingresos altos y el rápido crecimiento demográfico y rápida urbanización en muchos países de ingresos medios y bajos, así como una motorización sin precedentes, existe una necesidad urgente de establecer un paradigma de seguridad vial en que peatones y ciclistas puedan compartir equitativamente y de manera segura el espacio público de las ciudades con los vehículos motorizados.

  • En el presente capítulo se resumen las principales lecciones aprendidas de la experiencia de los países pioneros acerca de cómo pasamos de las políticas de seguridad vial convencionales a un Sistema Seguro. Se argumenta que las ambiciosas mejoras en cuanto a la reducción del número de víctimas fatales que la comunidad internacional se ha fijado como objetivo sólo se pueden lograr con un cambio de paradigma que toma como su punto de partida la premisa de que ningún ser humano tendría que perder la vida en un accidente de tránsito.